Nuestra piel es nuestro caparazón. Nos protege de los ataques externos y a menudo la tenemos demasiado olvidada. El uso diario de productos artificiales, con fuertes perfumes y aditivos abrasivos, nos va debilitando, lentamente, día a día.
Nos pasamos la vida "contaminando" nuestro cuerpo con ataques artificiales, para a posteriori teniendo que tratar farmacologicamente los destrozos que le hemos provocado.
Las tradiciones ancestrales, tan arrinconadas por la sociedad moderna, se encargaban de cuidarnos con lo que la naturaleza nos ofrecía. Fortaleciendo nuestro cuerpo y sin ningún tipo de efecto secundario.
